Cuando volvió a su casa, su mamá le pidió: “Sacate esas zapatillas con olor a muerto”. Esa noche confirmó, entre otras cosas, que la peste nauseabunda de un cuerpo fétido y putrefacto no le resultaba prohibit...
dentro de padrões éticos e de segurança. No meu caso específico, seria justificável, se o rapaz tivesse que estacionar o carro para eu concluir satisfatoriamente minha experiência.