“Para mí fuecomo un puñal en el pecho-se sincera Verónica-. Yo la escuchaba y no entendía cómo manejaba términos tan poco acordes al vocabulario adolescente”. Veróonica pasó a ser “la mala de familia...
Todavía no sabía yo muy bien el tagalo, pero ya confesaba a las mujeres, y nos entendíamos, y tanto me llegaron a querer que, tres años después, cuando me pasaron a otro pueblo mayor, vacante por la muerte del cura indio, todas se pusie- ron a llorar, me colmaron de ...