Y COMO descendió del monte, le seguían muchas gentes. Y he aquí un leproso vino, y le adoraba, diciendo: Señor, si quisieres, puedes limpiarme. Y
para poder presentarte, y este era tu deseo, bueno, ahí está, a poner el cuerpo y a hacerte una buena dentadura”. Por su parte, el joven, visiblemente conmovido, le respondió: “Muchas gracias, quería agradecerle públicamente